El arte de comunicar para lograr influir en los electores es mucho más complejo de lo que parece. Independientemente de las perspectivas sobre el tema, el objetivo principal siempre será provocar empatía para que el mensaje sea efectivo.
El primer paso para diseñar la estrategia de comunicación política es investigar todo lo que se tenga al alcance sobre el proceso, composición y demografía del territorio en el cual tendrá lugar la campaña.
Lo anterior, para tener un marco referencial y claridad sobre la estrategia que se implementará durante la campaña.
Todos los actores que participan en la campaña deben de conocer la estrategia para que el mensaje central sea homologado.
¿Cuántas veces hemos visto campañas disruptivas con candidatos aburridos, o candidatos disruptivos con una comunicación plana y sin emociones?
Esto sucede porque no se le da la importancia que merece a la comunicación y dejan que cada uno haga lo que en su momento y los recursos al alcance les parezca adecuado.
Es la empatía, estúpido
Así como a principios de los 90s, el consultor político James Carville acuñó la frase “es la economía, estúpido” para conseguir enfocar la campaña que hizo llegar a la Presidencia a Bill Clinton en 1992, ahora podemos hablar de que en todos los procesos la comunicación debe ser empática para lograr ser efectiva.
Ya sea que el proceso sea de continuidad o cambio, la estrategia que se decida seguir debe de ser consistente en todo momento y debe de permear a todos los integrantes de la campaña, de poco servirá una estrategia disruptiva por aire cuando el candidato, su equipo y brigadistas actúan de una manera tradicional.
Actualmente hay una espléndida herramienta para todos los equipos de campaña que permite medir y ajustar los materiales de una manera rápida y sin costo, las interacciones reales de las redes sociales. Sabiendo filtrar la información generada por los perfiles de los ejércitos de la amplificación de mensajes de cada campaña, se encuentra información muy valiosa.
Son muchos mundos a los que se les tiene que comunicar durante una campaña, no se espera que el candidato conozca la realidad de cada uno de ellos, pero si debe de haber gente en el equipo que ayude a proveer insumos, matizar y ajustar los mensajes para que el equipo de comunicación trabaje y adapte los contenidos.
Existe un riesgo importante en este proceso de empatizar los mensajes, por lógica elemental se entiende que los profesionales que participan en las campañas política pueden ser de diferentes lugares, es aquí donde el papel del equipo cercano del candidato toma un papel fundamental, para ayudar a que la campaña no se convierta en un métele un “ajúa” porque estamos en Nuevo León o ponle un “compa” porque estamos en Sinaloa.
La falsa empatía puede ser incluso más dañina y hay que estar atentos para detectar algún peligro de que esto suceda.
La ejecución de los mensajes dependerá de una gran cantidad de factores como son: presupuesto, recursos disponibles, equipo, tiempo, talentos, intención, tono, etc., pero más allá de esto debemos tener claro cuál es el objetivo de comunicación del proceso, para no perder foco en el mismo.
Cada proceso es único y tiene diferentes etapas, contrario a lo que muchos podrían suponer, no todas las candidaturas tienen como propósito ganar, hay diversas motivaciones para competir en un proceso electoral.
Conforme se desarrolla la campaña, los objetivos de comunicación y la estrategia se tiene que ir ajustando, no se debe de perder el foco que, aunque el primer objetivo sea ganar la elección, se tiene que ir trabajando desde este proceso en la manera en la que el candidato comunicará una vez que se asuma como gobernante. Hay una gran cantidad de buenos candidatos que lograron comunicar adecuadamente como gobernantes, son tiempos y procesos distintos de los cuales habremos de hablar en una futura entrega.
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